1. Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 178 x 220 mm.


Un hombre arrodillado y suplicante, vestido con andrajos, se humilla y mira hacia lo alto; lo rodea un entorno no menos angustioso cuya negrura (física y simbólica) parece poblada de seres monstruosos, preludio de la sinrazón que vendrá. Goya seculariza la tradicional iconografía de Jesús en el Huerto de los Olivos (recurso también empleado en la estampa 16) y así pinta: ¡Qué cuadro tan lastimoso presentaba la España en los años de 1806 y 1807! ¡Con qué colores tan negros, con que imágenes tan lúgubres hubiera pintado Tácito la triste situación de esta agonizante monarquía, si hubiera escrito la historia de sus desastres! (anónimo, Valencia, 1809).

    

    



2. Con razón o sin ella
Aguafuerte, aguada, punta seca y buril y bruñidor. 150 x 209 mm.

Un pelotón de soldados napoleónicos se dispone a fusilar a un par de patriotas españoles que se defiende hasta la muerte (el del primer término embraza una lanza y esgrime un cuchillo mientras la sangre chorrea de su rostro). Entre los personajes del fondo la lucha continúa. Perdida la razón, facultad que modera las pasiones según el pensamiento ilustrado, el hombre se convierte en una bestia, apelativo aplicable a ambos bandos (la máquina de matar profesional e impersonalizada de los franceses contrapuesta a la de los patriotas, provistos sólo de arma blanca).


   


3. Lo mismo
Aguafuerte, aguada, punta seca, buril y bruñidor. 162 x 223 mm.

El título hace referencia a la anterior estampa, el dominio de la sinrazón. Un patriota cuyo rostro recuerda la fisonomía de un loco, blande horriblemente su hacha. «Amemos ciegamente nuestra patria hasta la locura» fue una consigna de la época (M. Freyre, 1810). La «locura» por la patria le hará ejecutar al soldado francés caído a sus pies a pesar de las súplicas de éste y de su compañero. Al fondo, otro español se dispone a propinar una buena cuchillada al enemigo. El dramatismo de la escena alcanza el patetismo, una de las categorías estéticas más destacadas de la modernidad.


    


4. Las mugeres dan valor
Aguafuerte, aguada, punta seca, buril y bruñidor. 157 x 207 mm.

Una mujer propina una mortal estocada a un soldado napoleónico mientras la compañera se defiende como puede del enemigo que la ase de los pelos. Es una visión dramática, fundamentada en numerosos relatos históricos, de la participación de la mujer en la guerra, posición extremada en una actividad tradicionalmente reservada al hombre.


    


5. Y son fieras
Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca. 158 x 210 mm.

Goya critica en esta estampa los efectos de sinrazón que produce en las clases menos preparadas y débiles la desesperación, estado pasional que puede volcar a la agresión más pura y sin freno, como la de la mujer que por defender a su hijo hiere mortalmente con un chuzo al francés. Pero la desesperación también puede volverse contra uno, si el objetivo de la misma no se alcanza, como recuerdan los tratadistas de la época: así, a la izquierda, una mujer se dispone a autoinmolarse cual Lucrecia. Piedras, cuchillos, espadas y chuzos no son bastantes para combatir a un ejército profesional y bien pertrechado como el de la estampa. Título y aguafuerte continúan el sentido de la anterior.


   


6. Bien te se está
Aguafuerte, aguada y buril. 144 x 210 mm.

Un militar napoleónico agoniza rodeado por sus compañeros en pleno campo de batalla cuyo fragor se observa al fondo, en el grupo de la izquierda. Goya, con su particular empleo de la gramática, ironiza acerca de la gloria no alcanzada por muchos militares, muertos anónimos a la postre. La lámina está firmada en el ángulo inferior izquierdo.


   

7. Qué valor!
Aguafuerte, aguatinta, punta seca, buril y bruñidor. 158 x 209 mm.


Antítesis de la estampa 5, la razón -y no la desesperación- rige el acto calmoso de prender la mecha del cañón que sembrará la muerte en las filas enemigas. Se necesita valor, virtud que se apoya física y simbólicamente en el montón de cadáveres de los defensores que sirven de apoyo a la anónima mujer artillera. Ésta representa a todas las heroínas de la guerra (y no a Agustina de Aragón en particular, aunque la escena esté directamente inspirada en su hazaña), por esta razón da la espalda al espectador ocultando su rostro que de soslayo resulta irreconocible por el efecto del abundante rayado del aguafuerte; esta significación ejemplar y emblemática, Goya la concibió con claridad desde el principio como lo atestiguan los dos dibujos preparatorios.





   


8. Siempre sucede
Aguafuerte y punta seca. 178 x 219 mm.

Un coracero o dragón napoleónico junto con su caballo caen estrepitosamente en el campo; detrás de este descalabro, un grupo de jinetes pasa al galope. Atravesar así pueblos y ciudades dominados, o sus alrededores, fue costumbre usual de los ocupantes franceses; el caballo al galope es utilizado como símbolo de fuerza y dominación. Pero esta velocidad puede traer fatales consecuencias como la representada en la lámina que podría hacer una velada alusión a la derrota de Bailén (22-VI-1808)


   


9. No quieren
 Aguafuerte, aguatinta, punta seca y buril. 156 x 209 mm

Un soldado napoleónico intenta raptar a una doncella; descuidado por la soledad del paraje (una aislada casa rural, sensación sugerida por la primitiva noria de arcaduces de la izquierda), ha bajado la guardia y no ve cómo una mujer vieja se acerca con un puñal. La violación sexual es un tema recurrente dentro de los horrores de la guerra que aparece en otras estampas de la serie así como en los grabados de otros artistas. El acierto plástico de la escena radica en el forjeceo de la joven con el soldado (blanco contra negro, pictórico a la vez que simbólico), al que aporta poniendo una mano en su rostro; la vieja, por el contrario, está inspirada en la iconografía teatral de la época.


    


10. Tampoco
Aguafuerte y buril. 150 x 219 mm.

Reiteración del tema de la estampa anterior donde se ha dado comienzo a la descripción de los horrores de la guerra. En medio de un amasijo dramático de cuerpos, una mujer se defiende como fiera del rapto de los soldados napoleónicos. Firma invertida en el ángulo inferior derecho.


    


11. Ni por esas
Aguafuerte, aguada, punta seca y buril. 162 x 213 mm

Tema similar al de los dos aguafuertes precedentes. Un militar napoleónico arrastra al interior de un porche o cueva obscuros a una madre que deja desatendida en el suelo a su hijita; al fondo otro soldado trata de raptar a otra mujer que le implora sin resultado; a la izquierda se observa la silueta de una ermita o iglesia. El dramatismo de la escena esta subrayado por la diagonal que forman los personajes del primer término y el uso teatral de la luz. Firmado en el ángulo inferior izquierdo.


   


12. Para eso habeis nacido
Aguafuerte, aguada, punta seca y buril. 163 x 237 mm.

Dentro de la representación de los horrores de la guerra y tras la representación de la violación de mujeres, Goya graba la primera tanda de cuerpos sin vida entre los que se eleva un hombre que, vomitando sangre por la boca, pronto se unirá a estos. La utilización de un paisaje yermo sin más horizonte que el de la muerte, refuerza su patetismo.


   


13. Amarga presencia
Aguafuerte, aguada, buril y bruñidor. 143 x 169 mm.

Amarga presencia la del varón maniatado de espaldas, de la izquierda, probable marido de la mujer a la que en el centro de la composición intentan violar dos soldados napoleónicos; a la derecha, otro militar yace con una mujer, allegada de los anteriores. Los porches relacionan este escena con la violación de la estampa 11 Ni por esas, lo que confiere a los espacios arquitectónicos de esta serie un valor dramático más que tectónico. Goya grabó este Desastre reaprovechando el dorso de la mitad de la lámina original del paisaje con una gran roca y edificios; la otra mitad se empleó en elDesastre 15. Firmada en el ángulo inferior izquierdo.


   

14. Duro es el paso!
Aguafuerte, aguatinta bruñida, punta seca y buril. 143 x 168 mm.


Un condenado a la horca es conducido por una escalera con la ayuda de tres sayones: a la par, un fraile intenta reconfortar espiritualmente al reo. Dos ahorcados se balancean al fondo; a la derecha otro reo parece prepararse para el paso. Como en la escena siguiente, Goya intenta transmitir la sensación de simultaneidad de la muerte. Esta vez, la pena capital es infligida a presuntos colaboracionistas de acuerdo a los artículos II y III de un Decreto de principios de 1809. Goya grabó este Desastre reaprovechando el dorso de la mitad de la lámina original del paisaje con una gran roca y cascada; la otra mitad se empleó en el Desastre 30.





    


15. Y no hai remedio
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 142 x 168 mm.

Un prisionero español va a morir fusilado por las tropas napoleónicas: detrás suyo, un camarada muere por la descarga de un segundo pelotón; al pie del protagonista, otro patriota yace muerto. Goya consigue así transmitir la sensación de la simultaneidad de la muerte, en el espacio y en el tiempo, continuación del asunto tratado en el anterior grabado. La máquina de matar de la guerra -tan anónima como los cañones de los fusiles que asoman por la derecha de la estampa- es imparable, constante... y no hay remedio. Goya grabó este Desastre reaprovechando el dorso de la mitad de la plancha original del paisaje con una gran roca y edificios; la otra mitad se empleó en elDesastre 13.


   


16. Se aprovechan
Aguafuerte, aguada, punta seca y bruñidor. 162 x 237 mm.

Una pareja de soldados napoleónicos despoja de sus vestimentas a los prisioneros muertos. Triste botín del que se aprovechan estos militares; el cadáver yacente del centro presenta una secularización del tema evangélico de la Deposición de Cristo muerto, recurso ya utilizado en la primera estampa. Firmada en el ángulo inferior izquierdo.


   


17 No se convienen
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 148 x 218 mm.

En medio del fragor de la batalla, sugerido por la lid y los muertos de la derecha, dos oficiales napoleónicos no se ponen de acuerdo respecto a las órdenes que han de cursar: en definitiva, no se convienen. Firmada por dos veces: la primera, casi oculta debajo del caballo, cerca del margen; la segunda, debajo del fusil del soldado muerto de la derecha.


   


18 Enterrar y callar
Aguafuerte, aguada bruñida, punta seca y buril. 163 x 237 mm.

Una pareja desconsolada se tapa las narices para no oler el aire putrefacto que desprende el montón de cadáveres hediondos que se arracima a sus pies, todos desnudos por los que se aprovechan. La muerte, en medio de un espacio desolado protagoniza la estampa, una de las más patéticas y de mejor resolución plástica de la serie. La composición tiene relación con la de la estampa 60. Firmada junto al margen inferior izquierdo.


   


19 Ya no hay tiempo
Aguafuerte, aguada, punta seca y buril. 166 x 239 mm.

Un oficial mameluco, ya sea para restablecer la disciplina, ya para avisar de la proximidad del enemigo, provoca el cese de la violación de las mujeres en manos de la soldadesca: ya no hay tiempo. Los hombres que las defendían han muerto; al de la derecha, agonizante, un mameluco se dispone a infligirle un terrible tajo con su sable, acción que parece interrumpir la presencia del oficial. Firmada en el ángulo inferior izquierdo, debajo de la pierna del soldado napoleónico.

    

   


20 Curarlos y a otra
Aguafuerte, aguada, buril y bruñidor. 162 x 237 mm.

Soldados franceses heridos, casi moribundos, son curados para su pronto regreso al frente. Envuelve la escena un paisaje de cadáveres y una naturaleza tan patética como la propia enfermedad de los militares: la silueta de dos árboles se recorta mostrando sus simbólicas ramas rotas (cf. 16 Se aprovechan). La composición del soldado herido de la izquierda parece preludiar la del lienzo Goya atendido por Arrieta (Minneapolis Institute of Arts, 1820) a la par que seculariza la iconografía de la Piedad cristiana. Firmado y fechado en 1810 abajo a la izquierda, disimulado por el rayado del aguafuerte.


    


21 Será lo mismo
Aguafuerte y aguada bruñida. 148 x 218 mm.

Una pareja de hombres apilan los cadáveres de un grupo de guerrilleros -obsérvese la canana de uno de ellos- muertos en alguna acción, mientras una mujer llora amargamente estas muertes. El sentido de esta lámina no está claro; de nuevo domina el patetismo de la muerte afirmado por una luz expresiva. Firmado por dos veces en el ángulo inferior izquierdo.


    


22 Tanto y mas
Aguafuerte, aguada y buril. 162 x 253 mm.

Reitera Goya en esta lámina el protagonismo patético de la muerte imperante en treinta y cuatro aguafuertes de la serie. Un grupo de cadáveres de guerrilleros yacen junto a sus armas, sables y fusiles; el conjunto forma el horizonte de la composición, recurso expresivo repetido a lo largo de toda la serie con claros valores simbólicos. Al fondo sólo se observa el esbozo de unas arquitecturas. Firmada y fechada en 1810, en el ángulo inferior izquierdo.


   


23 Lo mismo en otras partes
Aguafuerte, aguada, punta seca y buril. 162 x 240 mm.

Lo mismo de la anterior en otras partes. Hay dos variantes significativas entre el dibujo preparatorio y el aguafuerte: la composición en un espacio cueva, típico de algunas de las pinturas de esta época, (como la serie bélica del marqués de la Romana); en el dibujo hay un único guerrillero vivo que parece alcanzado por un disparo, el cual se transforma en el cadáver tendido de espaldas de la derecha, intensificando el efecto patético de la muerte. Firmada dos veces junto al margen inferior, hacia la izquierda: una vez bajo el rayado del aguafuerte; la definitiva, en el blanco.


   


24 Aun podrán servir
Aguafuerte y bruñidor. 163 x 260 mm.

Un grupo de militares españoles acaba de dar una batalla junto a una fortaleza; los heridos, que más bien representan a muertos, son recogidos por varios civiles. Si sanan aún podrán servir. Firmada en el ángulo inferior izquierdo.

   


25 También éstos
Aguafuerte, punta seca y buril. 165 x 236 mm.

Continuación de la estampa anterior; esta vez la acción se desarrolla en un hospital de campaña donde junto a los enfermos también se representa a la muerte. Es notable el juego de personajes vivos, convalecientes o muertos compuestos en escorzo, recurso que da a la escena una paradójica dinamicidad. Firmada junto al margen lateral izquierdo.


    


26 No se puede mirar
Aguafuerte, punta seca y buril. 145 x 210 mm.

Fusilamiento de un grupo de patriotas, hombres, mujeres y niños. Como en otras escenas de la serie, la acción se desarrolla en un espacio cueva, bajo una luz expresiva, no naturalista, y sin que se muestre a los actores de la ejecución (el anonimato de la máquina de matar) de los que únicamente se conoce el extremo de sus fusiles armados con bayonetas (cf. 15 Y no hay remedio). Firmada en la parte inferior izquierda, parcialmente oculta por el rayado del aguafuerte.

   


27 Caridad
Aguafuerte, aguada, punta seca, buril y bruñidor. 163 x 236 mm.

Continuación del asunto de la estampa 18 enterrar y callar. Los cadáveres ya aprovechados (cf. 16Se aprovechan) son arrojados desnudos a una profunda y tenebrosa fosa común. Hay razones de salubridad ya indicadas en el aguafuerte 18 (el personaje masculino que se tapa la nariz) y ahora se hace referencia -quizás con ironía- a la virtud de la caridad. Firmada y fechada en 1810, en el ángulo inferior izquierdo.


   


28 Populacho
Aguafuerte, aguada, buril, punta seca y bruñidor. 177 x 220 mm.

Un presunto traidor, tras haber siso arrastrado por las calles, es apaleado por una pareja con la connivencia del vulgo, entre el que destaca un eclesiástico con sombrero de teja: populacho, lo llama despectivamente Goya, que consiente este tipo de desmanes que equiparan su barbarie con la del enemigo. Tadeo González Mateo escribe en la Gaceta de 16-X-1808: Persuádete pues, a que nada bueno se puede esperar de los crímenes y de los excesos: todo ha de ser malo y perjudicial a la patria: el que halla placer en arrastrar vivo a un hombre que no conoce, hasta hacerle dejar la vida entre las piedras y estacas [...].


   


29 Lo merecia
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 180 x 220 mm.

Continuación de la estampa anterior, esta vez con un sentido irónicamente aprobatorio. En este para de aguafuertes reitera Goya el tema de la sinrazón del hombre que puede provocar la bestialidad más absoluta (cf. 2 Con razón o sin ella y 3 Lo mismo). La violencia física que parece desprenderse de la escena no es menos vívida que la descripción de González Mateo: [el] que se recrea en ver saltar su sangre [la del arrastrado]; que oye con serenidad, cuando no con algaraza, sus últimos lamentos y suspiros; y que acaba su fiera diversión con llenar de carne humana los huecos de las calles, quemando el resto para aventar sus cenizas, es capaz de cometer más atrocidades que las que se pueden imaginar.


   


30 Estragos de la guerra
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 141 x 170 mm.

Una bomba ha destruido una casa y provocado la voladura de todo su interior, donde destaca el cuerpo de una joven que cae sobre un grupo de cadáveres retorcidos por el efecto de la explosión. Inspirada en los sucesos del primer sitio de Zaragoza, Goya crea una escena convincente, llena de dramatismo. Firmado en la parte inferior izquierda, oculta por el rayado. Goya grabó este Desastrereaprovechando el dorso de la mitad de la plancha original del paisaje con una gran roca y cascada; la otra mitad se empleó en el Desastre 14.

    


31 Fuerte cosa es!
Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca. 155 x 208 mm.

Un soldado napoleónico, visiblemente indignado, se dispone a cortar con su sable las sogas de las que cuelgan tres presuntos afrancesados, ahorcados por patriotas españoles; a las espaldas de este militar, otro sostiene las piernas del ajusticiado para amortiguar la caída del cadáver. Como en otras estampas de la serie (cf. 32, 33, 37, etc.) el árbol subvierte su antigua significación como elemento placentero de la naturaleza para convertirse en medio de tortura. A la izquierda, otro soldado sostiene a una mujer mientras un segundo se abalanza sobre ésta, en un grupo confuso y mal resuelto.


   


32 Por qué?
Aguafuerte, aguada, buril y bruñidor. 157 x 209 mm.

Tres militares napoleónicos ahorcan a un patriota. La crueldad de la acción ha sido condensada en el rostro agónico y el pelo encrespado del desgraciado español que es ahogado de la forma más patética: dos soldados tiran de sus piernas mientras el tercero lo empuja con la pierna apoyada en el hombro; todos hacen fuerza y estiran del cuerpo atado al árbol, de nuevo convertido en instrumento de tortura. La tensión de la escena se transmite mediante una composición dinámica a base de diagonales.

    


33 Qué hai que hacer mas?
Aguafuerte, aguada, buril y bruñidor. 157 x 207 mm.

Un grupo de mamelucos sujeta por las piernas a un prisionero desnudo al que otro soldado se dispone a mutilar en la ingle. Más cuerpos mutilados aparecen en las estampas 37 Esto es peor y 39 Grande hazaña ¡Con muertos! Para Goya toda esta serie de cruentísimas barbaridades está provocada por efecto de la sinrazón que convierte al hombre en una bestia como ya expuso en la estampa 2 Con razón o sin ella.


   


34 Por una navaja
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 157 x 208 mm.

El garrote fue generalizado como método de ejecución por el rey intruso José I, en 1809. Su empleo, que venía de antiguo, lo recoge Goya en una estampa suelta anterior, El agarrotado (1778-1780), pero en este contexto de los Desastres cobra una nueva dimensión crítica. La posesión de una insignificante arma blanca (la navaja que cuelga sobre el pecho del reo, por encima del texto de la sentencia) puede conducir a un hombre cualquiera, tal vez ni siquiera patriota, al patíbulo. Eso sí, debidamente asistido por los auxilios de la religión (el crucifijo en sus manos). El pueblo contempla la pena impotente, entre los sollozos de alguna figura.


  


35 No se puede saber por qué
Aguafuerte, aguada bruñida, punta seca y buril. 154 x 256 mm.

Un grupo de españoles han sido agarrotados. Se supone que por la tenencia ilícita de las armas que cuelgan de sus cuellos, o por actuar como espías, caso de los que tan sólo portan el papel de su delito. Siendo estas dos faltas graves y motivo suficiente para la ejecución como proclaman los edictos y las sentencias, los rostros de estos ajusticiados, con sus semblantes de «pobres diablos», hacen a Goya ironizar sobre la pretendida justicia francesa que según se divulga no persigue otro fin salvo que «los buenos descansen sobre la protección de las leyes, teman el castigo los malos y sirva de ejemplo a todos» (Gaceta de Madrid, 8-II-1810).


   


36 Tampoco
Aguafuerte, aguatinta bruñida, punta seca y buril. 157 x 208 mm.

El título de la estampa continúa el sentido de la anterior: Tampoco se puede saber por qué. Un presunto "guerrillero" cuelga ahorcado por su propia correa de un árbol seco (la simultaneidad de la muerte que se repite en los ahorcados del fondo). Al escarnio de una muerte tenida por infame -desde 1809 se ha generalizado el método del garrote- se suma la posición caída de los pantalones. Sin embargo, frente al dramatismo de la pena destaca la actitud entre melancólica y meditabunda del polaco -paradigma del horror y el espíritu sanguinario en las filas napoleónicas-, único elemento vivo presente en la escena. La indolencia del ser humano ante los horrores de la guerra lleva a una especie de patetismo, del que careció la estampa que probablemente sirvió a Goya de inspiración directa: el grabado 11 de Les Misères et les Malheurs de la Guerre de J. Callot (1611).


  


37 Esto es peor
Aguafuerte, aguada y punta seca. 157 x 208 mm.

Un prisionero español desnudo ha sido empalado en un árbol seco a la par que mutilado de sus extremidades superiores; al fondo, en un plano inferior, en parte oculto, dos militares napoleónicos, uno con el sable, el otro con el cuchillo, parecen mutilar a un prisionero. A la izquierda, un militar arrastra un cadáver en dirección al grupo. Este aguafuerte que representa la barbarie francesa tiene su contrapunto en el 39 Grande hazaña ¡Con muertos! donde se expone la de los patriotas. En ambos, el árbol se transforma en objeto de tortura.

  


38 Bárbaros!
Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca. 155 x 208 mm.

Un para de arcabuceros napoleónicos se dispone a fusilar de espaldas y atado a un árbol a un prisionero; en un segundo plano inferior, recurso de composición utilizado también en la estampa precedente, el resto del destacamento contempla la escena. El título dado por Goya deja fuera cualquier duda la intención de todo este grupo de aguafuertes (32-39): Bárbaros.

   


39 Grande hazaña! Con muertos!
Aguafuerte, aguada y punta seca. 156 x 208 mm.

Los cadáveres mutilados (los de la izquierda han sido castrados) pendientes del arbol deben ser identificados con los de tres presuntos traidores. La muerte deshonrosa (horca, degüello, etc.) y el posterior troceamiento de los miembros del cuerpo para su exhibición pública en caminos y lugares públicos, constituyó una práctica salvaje del populacho "patriota" hacia los que designó de modo sumarísimo como traidores, asunto del que se ocupan gacetas y memoriales de la época. Goya arremete de nuevo contra la ignorancia, presentando a la reflexión del espectador este «monumento de barbarie y atrocidad». La firma Goya aparece grabada en el ángulo inferior izquierdo.


    


40 Algún partido saca
Aguafuerte, punta seca y buril. 177 x 221 mm.

Un hombre descalzo, representación del empobrecido pueblo español, lucha contre el Bull Dog (en español «perro toro») británico que bufa enseñando sus afilados colmillos. Los aliados británicos con Wellington a la cabeza, algún partido sacan por su intervención armada en la Guerra de la Independencia como se queja la prensa de la época, que menciona las destrucciones y saqueos innecesarios causados por las tropas aliadas. Este aguafuerte marca un punto de inflexión en mita de la serie.


   


41. Escapan entra las llamas
Aguafuerte y buril. 162 x 236 mm.

Como en la estampa 30 Estragos de la guerra, de nuevo vuelve Goya a mostrar los efectos dramáticos de un bombardeo, admirablemente sugerido con el rompimiento de luz del fondo que silueta los cadáveres del horizonte, entre los que destacan un par de pies desnudos como en 18. Enterrar y callar. En relación con la estampa anterior, se podría interpretar este incendio como el producido por la destrucción de la llamada Casa de la China, manufactura real de porcelanas del Buen Retiro destruida por los ingleses. Firmado en el ángulo inferior izquierdo, disimilado bajo el rayado.

   


42. Todo va revuelto
Aguafuerte y buril. 178 x 220 mm.

Un grupo de frailes dominicos y capuchinos corre en todas direcciones; al fondo, a la izquierda, uno lleva una alforja bien repleta; a la derecha, otro monje contempla el escudo del Santo Oficio (la espada y el ramo de olivo). Todo va revuelto, según los interesados, desde la supresión de la Inquisición, en 4 de diciembre de 1808, por el intruso José I.


   


43. Tambien esto
Aguafuerte y aguatinta bruñida. 157 x 209 mm.

Continuación de la anterior, frailes de varias órdenes vagan por un espacio campestre, unos corren (los franciscanos del primer término), otros conversan o simplemente reposan como los del fondo, a la derecha. El aguafuerte es una clara alusión al decreto de supresión de las órdenes regulares de José I, en 18-VIII-1809.


   


44. Yo lo vi
Aguafuerte, punta seca y buril. 161 x 239 mm.

Un variado gentío, encabezado por un sacerdote con su bolsa, abandona precipitadamente por temor a las tropas invasoras, una población cuyo caserío aparece diseminado en lontananza. escenas como esta debió verlas Goya en su viaje a Zaragoza o a Piedrahita durante la guerra. Sin embargo, la locución Yo lo vi es un lugar común en la retórica de la época que no sirve para objetivar, en un hecho concreto, esta composición. Firmada en el ángulo inferior izquierdo.


   


45. Y esto también
Aguafuerte, ¿aguada?, aguatinta, punta seca y buril. 166 x 222 mm.

Continuación del tema anterior, la composición se ha centrado en un detalle de las gentes huidas que portan algunos de sus bienes, sus hijos e incluso animales como el marrano de la izquierda. El abandono de las poblaciones ante el anuncio de la invasión francesa fue un hecho generalizado que obligó a dictar severas medidas conmitorias dirigidas a los habitantes de dichos núcleos. Firmada en el ángulo inferior izquierdo.


   


46. Esto es malo
Aguafuerte, aguada, aguatinta bruñida, punta seca y buril. 156 x 208 mm.

Un soldado napoleónico, ante la mirada impasible de dos de sus camaradas, mata a un fraile, de un certero sablazo; detrás del agresor yace en escorzo otro monje muerto. Esta escena tiene relación con la siguiente y ambas describen las infamias de la religión profanada y las riquezas de la iglesia pilladas a las que hacen constante referencia las gacetas de la época.


   


47. Así sucedió
Aguafuerte, aguada bruñida, punta seca, bruñidor y buril. 156 x 209 mm.

Un par de soldados bonapartistas roban el tesoro de una iglesia: varios candelabros, un cáliz, una cruz procesional, una imagen de la Virgen cono corona de plata, etc. Los ladrones anónimos huyen inclinados por el peso del botín; atrás dejan a un fraile derribado junto a la barandilla del comulgatorio, doblado hacia adelante por acción del dolor físico de la herida en el vientre que le han infligido los infantes, probablemente al resistirse a la entrega de los objetos preciosos. El saqueo de los templos fue frecuente, y las gacetas y púlpitos hicieron ruido con algunos. Sin embargo, Goya no objetiva el hecho y presenta a las partes sin rostro, en el final de la fechoría.


   


48. Cruel lástima!
Aguafuerte, aguada bruñida y buril. 151 x 208 mm.

Un hombre en pie y descubierto contempla un grupo de cadáveres yertos en el piso, en medio de un paisaje prácticamente desolado; entre éstos, una madre sostiene en su regazo a su hijo, probablemente muerto. La escena posee una solución compositiva similar a la de 18. Enterrar y callar. A partir de esta estampa y hasta el comienzo de los caprichos enfáticos (aguafuertes 65 al final) Goya presentó una nueva serie de las fatales consecuencias de la guerra: el hambre y sus hijuelas, la enfermedad y la muerte.

  


49. Caridad de una muger
Aguafuerte, aguada, bruñidor y buril. 156 x 208 mm.

Una mujer compeltamente cubierta porta un plato de comida hacia un grupo de menesterosos, en presencia de una mujer y un obeso sacerdote. A partir de 1811, el hambre fue un hecho generalizado tanto en Madrid como en toda la Península; a pesar de las medidas benéficas adoptadas en la capital del reino por el rey intruso, no se puso paliar la escasez, para la que se reclamó el concurso de los particulares como nos muestra esta escena, relacionada temáticamente con la 59. ¿De qué sirve una taza?.


   


50. Madre infeliz!
Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca. 157 x 206 mm.

Una joven madre muerta es conducida por tres hombres ante el llanto de su hijita que sigue al cortejo fúnebre; al fondo, otra moribunda pronto seguirá los pasos de la anterior. De nuevo Goya recurre a una composición en un yermo tenebroso, en el que una luz expresiva, no naturalista, inunda las figuras de los tristes protagonistas.


   


51. Gracias á la almorta
Aguafuerte y aguatinta bruñida. 156 x 205 mm.

Un grupo de menesterosos de ambos sexos acuden con sus escudillas al socorro de una mujer completamente velada que reparte unas gachas a base de harina de almorta como nos aclara el título. Esta legumbre cuyos granos tienen forma de muelas descarnadas («diente de muerto», nombre este último de donde proviene su étimo) era habitualmente consumida como pienso para los animales, por su poco precio, pero la guerra convirtió este producto en sustento principal de los más desfavorecidos. Firmada en el ángulo inferior izquierda, en la sombra, muy disimulada por la acción del rayado del aguafuerte y el aguatinta.


   


52. No llegan á tiempo
Aguafuerte, aguada, punta seca y buril. 157 x 207 mm.

Una mujer mayor (idéntica a la caritativa protagonista de las estampas 49 y 51) sostiene por las axilas, con la ayuda de otra más joven, a una madre muerta en cuyo auxilio no llegan a tiempo. Al fondo, un hombre con sombrero yace muerto en el piso. La composición vuelve a secularizar el tema cristiano de la Piedad.


   

53. Espiró sin remedio
Aguafuerte, aguada, aguatinta bruñida, buril y bruñidor. 156 x 209 mm.


La persona muerta que espiró sin remedio no es mostrada al espectador, oculta por las seis personas que la rodean, en una típica escena callejera (obsérvese a la joven sirvienta con su cesta para la compra, interrumpida en su recado). El tema patético de la muerte, reiterado en esta estampa, es presentado con un recurso teatral al que contribuyen la luz expresiva.





   


54. Clamores en vano
Aguafuerte. aguada, buril y bruñidor. 157 x 208 mm.

En vano son los clamores del grupo de menesterosos de la izquierda ante el paso de las personas de buena condición, como la figura del oficial napoleónico que, altivo, con mostacho y tocado con un gran bicornio, no hace caso de las lamentaciones de estos pobres esqueléticos arrebujados a la sombra del tejadillo de un pobre edificio [...] las casas, las calles, los templos, todos resuenan con los clamores de los dolientes o necesitados [...] publica la Gaceta de Madrid en 8-V-1812.


   


55. Lo peor es pedir
Aguafuerte, aguada y bruñidor. 156 x 208 mm.

La guerra atrajo el hambre, en especial a la urbes como Madrid. Un grupo de famélicos contempla el paso de una joven prostituta que cruza sin mirarlos; al fondo, un bigotudo soldado napoleónico contempla a la hetaira. En el dibujo preparatorio, la meretriz, acompañada por una alcahueta, es conducida por un soldado bonapartista y las figuras esqueléticas alzan la mano para pedir. En el aguafuerte, Goya ha simplificado la composición, enmascarando la acción de la joven a la que no critica. La firma del artista está "emboscada" entre las hierbas del ángulo inferior izquierdo (la g está invertida).


   


56. Al cementerio
Aguafuerte, aguada y punta seca. 156 x 208 mm.

Un par de hombres conducen un cadáver al cementerio como aclara el título. Al fondo, una madre con su hijo, recuerdo iconográfico de la Virgen con el Niño. Los muertos en Madrid fueron tantos que los servicios públicos no daban abasto en recoger y enterrar los cadáveres. De nuevo Goya seculariza una iconografía cristiana: El entierro de Cristo. Recuerda una copia libre de la Deposiciónde Caravaggio en santa María in Vallicella de Roma que pudo conocer Goya en su original romano a través de copia o de los abundantes grabados que la difundieron.

    


57. sanos y enfermos
Aguafuerte, aguatinta, buril y bruñidor. 157 x 209 mm.

La hambruna provocada por la guerra redujo la dieta de los menesterosos a la ingestión de pan como único alimento. En seguida surgieron especuladores que fabricaron el alimento con harinas de muy diversa especie y condición, produciendo un pan insalubre. De resultas, la población madrileña sufrió de penalidad añadida. Goya representa a enfermos y sanos en un espacio arquitectónico envuelto por luces y tinieblas, las mismas que limitan cada grupo. En la retórica de la época, el adjetivo sano también se aplicaba en ambos bandos (bonapartistas y patriotas) a la parte de la nación española legítima y antagonista de la otra, matiz que confiere una doble lectura política de la lámina.


    


58. No hay que dar voces
Aguafuerte, aguatinta, buril y bruñidor. 157 x 211 mm.

No hay que dar voces de queja porque no las oigan los franceses del fondo, elegantemente vestidos, el de espaldas con carrik (sobretodo de esclavina) y tocado con sombrero de copa bajo; los oficiales del horizonte, con bicornios a la moda. Contraste del patetismo de la miseria del primer término con la elegancia de la clase superior del fondo, ajena a la hambruna; interesante variación del aguafuerte 54 Clamores en vano.


    


59. De qué sirve una taza?
Aguafuerte, aguada y aguatinta bruñida. 157 x 207 mm.

Una mujer socorre con un tazón de comida a una joven madre agónica cuyo rostro desfallecido es sostenido por otra mujer; a su alrededor, un grupo de cadáveres entre los que destaca un par de criaturas. La escena es presentada en un yermo con una iluminación tenebrosa conseguida a través de una aguatinta muy gruesa. La caridad ya inútil de esta mujer (¿De qué sirve una taza, si esta casi muerta?) se relaciona temáticamente con la estampa 49 Caridad de una mujer.


    


60. No hay quien los socorra
Aguafuerte, aguatinta, buril y bruñidor. 154 x 207 mm.

Una pareja de adultos y otra de niños, todos muertos o en la agonía, yertos sobre el suelo por inanición, provocan la desesperación de un pobre hambriento que se lleva la mano al rostro con horror. Los efectos del hambre, visibles en el grabado esquelético de las extremidades, han producido esta situación terminal. El patetismo de la escena ha sido reforzado por Goya presentando a estos menesteres en medio de un paraje desierto, lejano de los centros de beneficencia de la ciudad  o de cualquier otro socorro. Mediante un fondo logrado por el bruñido de la aguatinta, se crea la ilusión de un amanecer que ya no verán estas personas.


    


61. Si son de otro linage
Aguafuerte, aguada, punta seca, bruñidor y buril. 156 x 208 mm.

Un grupo de pobres, del que se eleva el más menesteroso, tendiendo la mano para pedir limosna, se enfrenta, en simetría casi exacta, al grupo de los burgueses. El del bicornio, elegante y a la moda, representa a la clase especuladora, enriquecida por la guerra como glosó la Gaceta de Madrid en 1812: Vimos levantarse de la nada colosos de poder y de riqueza; vimos cubrirse con el andrajoso manto de la indigencia a otros que en algún tiempo habían nadado en la opulencia. A estos últimos, representaría la figura del burgués con sombrero de copa, serio y aventajado. Oportunamente lo ha grabado Goya en un plano inferior, para mostrar su desventaja social respecto al nuevo rico que vuelve la espalda a los pobres, a los que no puede sacar nada, como si fueran de otro linaje o condición humana. Entre los dialogantes se encuentra el rostro de una joven hermosa que mira al espectador, ajena a todo y a todos.


   


62. Las camas de la muerte
Aguafuerte, aguada, punta seca, buril y bruñidor. 177 x 221 mm.

Los muertos cubiertos por una sábana se almacenan en espera de su entierro. Por medio de esascamas de la muerte deambula una persona cubierta con una harapienta sábana con la que se emboza y protege del hedor putrefacto (compárese con la figura femenina de 18 Enterrar y callar.


   


63. Muertos recogidos
Aguafuerte y aguatinta bruñida. 155 x 208 mm.

Un montón de cadáveres espera su entierro; junto a ellos un par de ataúdes, un lujo por aquellos días. Son muertos recogidos, como anota Goya con amargo sarcasmo. Un cambio importante ha realizado el artista en el paso del dibujo al cobre; ha vestido todos cuerpos, desnudos en el dibujo, y ha suprimido los cuerpecitos de cuatro niños.


   


64. Carretadas al cementerio
Aguafuerte, aguatinta, buril y bruñidor. 156 x 209 mm.

Unos hombres cargan sobre una carreta llena de cuerpos sin vida, el cadáver de una joven hermosa cuyo grácil cuerpo conmueve; detrás, otros funcionarios acarrean más muertos. Mesonero Romanos recuerda en sus memorias como en Madrid, en aquella época, tan alto era el número de los muertos por hambre y la enfermedad que las carretas municipales pasaban hasta dos veces al día, a recoger los cadáveres depositados en las iglesias y calles.

   


65. Qué alboroto es éste?
Aguafuerte, aguatinta bruñida y/o aguada, buril y bruñidor. 180 x 221 mm.

No está clara la explicación de esta estampa, pues, a partir de aquí, el lenguaje empleado por Goya es el simbólico propio de los caprichos enfáticos. UN militar interrumpe su tarea de anotar sobre unos papeles, para contemplar como dos mujeres son hostigadas por sendos canes furiosos; al fondo, más personas parecen formar una cola. El conjunto podría referirse a la evacuación de Madrid ante la inminente entrada de las tropas aliadas al mando de Wellington.


   


66. Extraña devoción!
Aguafuerte, aguatinta bruñida o aguada y bruñidor. 177 x 222 mm.

Un asno carga con una urna en la que yace el cuerpo incorrupto de un personaje venerable; en derredor, los devotos asistentes a la procesión se arrodillan y rezan ante la reliquia. El asno es símbolo de ignorancia y estupidez; a tenor de ciertas fábulas de la época (Samaniego e Ibáñez de Rentería) se podría interpretar la estampa como una sátira moral contra la vanidad, entendiendo que el asno (paradigma de la estulticie) cree que él es el objeto de veneración de las gentes y no la momia de sus espaldas. Sin embargo, Goya critica veladamente el sometimiento del pueblo a los usos y costumbres del Antiguo Régimen, en particular los de la Iglesia, ya periclitados (tal como el cadáver venerado) y su sometimiento servil fruto de la ignorancia (el asno), tema recurrente en losDesastres. Este capricho enfático está en relación con el 67.


   


67. Esta no lo es menos
Aguafuerte, aguada y/o aguatinta bruñida, punta seca, buril y bruñidor. 179 x 220 mm.

Un trío de viejos aristócratas, ataviado a la moda del Setecientos, soporta una imagen de vestir de la que se puede apreciar la armadura y las ruedas de la plataforma; la procesión continúa y otro personaje porta una segunda imagen. Las vírgenes son identificables con la de la Soledad y la de Atocha (al fondo), Goya intensifica con la crítica en esta extraña devoción el poder del clero y su poder reaccionario, fuente continua de luchas entre serviles y liberales.


    


68. Que locura!
Aguafuerte, aguada y buril. 160 x 222 mm.

Un fraile se dispone a defecar tras haber comido como denota la cuchara en su diestra; mira, a su derecha, a un conjunto de máscaras junto a un orinal; a su izquierda, una pilada desordenada de estampas devotas (se aprecian una Virgen y la aparición milagrosa de otra), exvotos de ceras y reales (por ejemplo, unos pantalones junto a una muleta), un maniquí con ropas femeninas... Al fondo, en la penumbra, sus compañeros frailes forman en procesión. Este capricho enfático critica -como los 66 y 67- las costumbres religiosas atávicas del Antiguo Régimen: el fraile vive a la sopa boba gracias a la ignorancia de la feligresía crédula en supersticiones (los exvotos e imágenes de la derecha) y a la manipulación que de aquélla lleva a cabo esta clerigalla (las máscaras).

    


69. Nada. Ello dirá
Aguafuerte, aguatinta bruñida, aguada y punta seca. 155 x 201 mm.

La Muerte escribe al fin Nada (título nihilista dado por Goya, alterado por la Academia de San Fernando en la primera edición) vencida por un ejército de espectros, entre los que destaca por su iluminación un clérigo con cabeza de perro, símbolo de la avaricia; la Muerte sostiene una corona de paja, símbolo de la gloria pasajera del poder. La Justicia, el extremo opuesto, lee ajena mientras sostiene su balanza característica y resplandece en su débil halo. Simboliza este desastre el retroceso social y político dado a la vuelta de El Deseado, tras una esperanzada espera sostenida durante la Guerra de Independencia; sólo permanece el nombre de la Justicia. Este grabado guarda cierta relación con un popular vanitas barroca de Valdés Leal, Finis gloria mundi, probablemente contemplada por Goya en Sevilla, en 1790.


   


70. No saben el camino
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 177 x 220 mm.

En fila india, atados por el cuello, camina un grupo de hombres formado por nobles (uno de ellos con tricornio, peluca de coleta, calzones cortos y casaca, moda más que obsoleta en la época en la que la grabó el artista), monjes (en hábito blanco), curas (con sombrero de teja) y otros. Discurren por un paisaje abrupto, cabizbajos y el que los guía parece estar ciego. No saben el caminoconstitucional parece la explicación más satisfactoria. Esta cuerda de reaccionarios posee inspiración bíblica (Job 12:24-25; Mateo 15:14 y Lucas 6:39) pero también constituye un lugar común en la literatura liberal; así Gallardo, liberal y amigo de Goya, escribe: Las sendas de la virtud, para que podamos bien seguirlas, han de estar alumbradas por la luz de la sabiduría: el entendimiento guía a la voluntad; con los ojos vendados y la cadena al pie no se puede hacer gran jornada en el camino de la perfección.


   


71. Contra el bien general
Aguafuerte y bruñidor. 177 x 221 mm.

Un fraile tocado por alas de murciélago (vampiro) y de largas uñas (símbolo de avaricia) escribe en un gran libro al tiempo que la levanta la mano siniestra y dirige el dedo índice hacia arriba (el cielo, Dios); se halla sentado en una antigua silla del Seiscientos (tan anticuada como su pensamiento); sus pies apoyan en una gran bola, símbolo del orbe. Al fondo, un grupo de personajes se desespera y aflige (el pueblo). Goya critica abiertamente al clero reaccionario que con mas poder que antes de la guerra, vampiriza al pueblo ignorante y se restaura en sus antiguos privilegios que este amanuense eclesiástico escribe por designio divino contra el bien general, giro liberal habitual en la época. La intención de este grabado se extiende por los Desastres 72 Y 73.


   


72. Las resultas
Aguafuerte. 179 x 220 mm.

En relación con la estampa anterior, un hombre yerto, amortajado, casi exánime, agoniza mientras un par de vampiros le chupan la poca sangre que le queda; a su espalda, una bandada de más vampiros se aproxima. Estas son las resultas de la restauración del Antiguo Régimen en España. La acción de los vampiros es metáfora de los nuevos impuestos reinstaurados por Fernando VII, en especial, los eclesiásticos (diezmos, derecho de estolas, etc.) que "sangran" a la población sumida todavía en la miseria de la posguerra.


   


73. Gatesca pantomima
Aguafuerte, buril y bruñidor. 179 x 219 mm.

Un fraile se arrodilla servilmente ante un gato echado sobre un ara que atiende a un búho que revolotea en torno a él. En la oscuridad del fondo, otros personajes atienden la escena. Goya hace uso del lenguaje de la fábula para plasmar esta gatesca pantomima; el gato (ágil depredador, símbolo del robo) es el rey que sobre un escabel (fusión plástica del Trono y el Altar) recibe el consejo del búho que aquí representa por antítesis, a la ignorancia y no a la sabiduría, como es tradicional; en derredor sus consejeros humanos, entre los que es bien visible el fraile del primer término y otro, al fondo; estos personajes simbolizan la renombrada camarilla de Fernando VII, sumida metafórica y plásticamente en la oscuridad producida por el intenso rayado del aguafuerte. Partiendo del texto de Casti también podría ser interpretada esta escena como el tribunal formado para las depuraciones políticas en que la delación está a la orden del día (el gato sería un soplón rodeado de espías).


    


74. Esto es lo peor!
Aguafuerte y bruñidor. 179 x 220 mm.

Una zorra firma un decreto, ayudada por un eclesiástico arrodillado que sostiene el tintero, en presencia de un variado gentío donde destaca el preso harapiento y maniatado de la izquierda. Las palabras escritas sobre el papel son Mísera humanidad | la culpa es tuya | Casti (estrofa 57, canto XXI). Este autor italiano, probablemente leído por Goya (de aquél realizó un dibujo) en la traducción española de su obra principal Animales hablando, poema épico (Madrid, 1813) escribe rotundo: Esta fuera de duda, sin embargo, que el género humano tiene extremada simpatía por la esclavitud, ¿a qué pues gastar el aliento en vanas palabras? Si se halla bien con la esclavitud que no la suelte.


   


75. Farándula de charlatanes
Aguafuerte, aguada o aguatinta, punta seca y buril. 177 x 222 mm.

El ave rapaz del centro viste ropas de eclesiástico y se arrodilla en actitud sumisa; al fondo, un grupo de figuras animalescas, una de ellas con una máscara en la nuca. La interpretación no está clara, pero parece representar al cardenal Luis María de Borbón (hijo del infante Luis de Borbón y la aragonesa Teresa Ballabriga, antaño protectores del joven Goya) que aunque partidario de los liberales, reconoció a Fernando VII como rey aun antes de jurar la Constitución, en el acto de recibimiento oficial en Valencia. El ave está tocada con la tiara de los persas, gorro que hace referencia al adulador Manifiesto de los Persas presentado por los diputados conservadores ante el rey. Las figuras del fondo representarían la camarilla del rey.


   


76. El buitre carnívoro
Aguafuerte, buril, bruñidor y ¿punta seca? 177 x 221 mm.

Un colosal buitre es empujado por un hombre provisto de una horca; a éste lo sigue un gentío de personas de diversa condición (eclesiásticos, seglares...) y sexo, algunos de los cuales parecen alegres. El buitre se refiere a las tropas francesas expulsadas por el pueblo; unos versos del poeta Arriaza en su Profecía del Pirineo (1808) son la clave: Y huye entre tus guerreros | como en banda de buitres carniceros |. La caída de Napoleón supuso la firma de Fernando VII del manifiesto de 4-VI-1814, y la vuelta a las luchas entre serviles y liberales.


   

77. Que se rompe la cuerda
Aguafuerte, aguada o aguatinta bruñida y punta seca. 178 x 221 mm.


Una dignidad eclesiástica camina haciendo equilibrios en la cuerda floja a punto de ceder, ante la atención expectante del público que lo contempla, uno de cuyos observadores señala el punto por el que rompe la maroma. En el dibujo preliminar, el dignatario grabado es claramente el papa Pío VII, con tiara y enguantado. De nuevo Goya apunta en su crítica contra la Iglesia, esta vez a su cabeza temporal. Pío VII, el pontífice que antaño coronó a Napoleón en París y que se significó por su apoyo ideológico al régimen teocrático restaurado por Fernando VII.





    


78. Se defiende bien
Aguafuerte, punta seca, buril y bruñidor. 179 x 219 mm.

Una jauría de lobos acosa a un caballo que se defiende como puede ante la quietud de cuatro mastines. El caballo blanco representaría al pueblo libre (La España liberal) sitiado por sus enemigos reaccionarios fernandinos, los lobos, ante la impasibilidad de los cuatro perros guardianes, uno de los cuales mira hacia otro lado. Como en otros de los caprichos enfáticos, Goya acude al lenguaje de la parábola mediante personajes de fábula (cf. 73, 74, 75 y 76).


   


79. Murió la Verdad
Aguafuerte y bruñidor. 176 x 221 mm.

Una mujer joven y hermosa, coronada de laurel y con los pechos desnudos, símbolo de la Constitución y de la Verdad, yace muerta a los pies de un nutrido grupo de frailes -uno de los cuales se apresta impaciente a arrojar sobre el cadáver la primera palada de tierra- y eclesiásticos. Preside el entierro un obispo que, lejos de bendecir el cadáver, señala al cielo como si se tratara de un designio divino (la misma actitud del Desastre 71. A la derecha, la Justicia llora desconsolada la muerte de la Verdad (Fernando VII derogó en 1814 la Constitución); la balanza, su atributo, permanece enredada. La luz sobrenatural que irradia la Verdad no es naturalista y los personajes que componen la escena están iluminados o en penumbra, en función de su papel expresivo.


    


80. Si resucitará?
Aguafuerte y bruñidor. 178 x 220 mm.

Continuación de la estampa anterior, la Constitución parece volver a la vida: ha movido la cabeza y parece incorporarse; además, su luz, la Verdad, no se ha extinguido. No hay losa que la pueda contener. Sin embargo, los enemigos que la acechan son todavía poderosos; en la penumbra, un grupo de eclesiásticos, algunos con cabeza de animal (a la izquierda se destaca un sacerdote tocado con sombrero de teja y cara de gorrino), se disponen a matarla de nuevo: uno la amenaza con un mamotreto y el fraile de la derecha blande un palo mientras coge una piedra; al fondo, revolotean varios vampiros. Ilumina el halo de la Verdad a un personaje amordazado que ruega por la resurrección.